domingo, 4 de noviembre de 2007

The Damned

Luchino Visconti dirigió esta película en 1969. Se trata de una obra integral en la que los diferentes temas abordados apuntan a brindar una explicación lo más completa posible del fenómeno del nazismo: ¿Cuáles son los intereses y pasiones que pudieron apuntalar un régimen tan cruel? Por el lado de las pasiones, el resentimiento, y por el lado de los intereses una Alemania en la que era posible hacerse de las propiedades de los otros simplemente señalándoles como enemigos del Führer.

La acción central tiene lugar en el seno de la influyente familia Essenbeck, cuyo patriarca es el dueño de una de las acereras más importantes de Alemania. Durante una cena familiar, llega la noticia de que está ardiendo el Reichstag: es el 27 de febrero de 1933. Apenas hace un mes que Hitler ha llegado al poder y del incendio se culpa a los comunistas. Sabemos que es el pretexto para anular los derechos individuales y declarar el régimen de excepción. La dictadura ha comenzado: la intriga en el seno de la familia comienza de inmediato pues el abuelo no es grato a los ojos de los nazis: sus opiniones en contra del nazismo son de todos conocidas. El que las garantías individuales hayan perdido su validez no significa otra cosa sino que nada pertenece sino a quien sepa apropiarse de ello. Los derechos derivan entonces de la cercanía que se tenga del Führer. Esa es la gran lección para quien quiera entenderla: este reino de nuevos valores no es sino la apropiación de los bienes por los más fuertes. ¿Quiénes son los más despiadados? ¿Quiénes se quedarán con el negocio familiar?

El encargado de intrigar a cada uno a uno de los familiares y allegados es miembro de la SS alemana. Más allá de que un hombre así pudiera tan siquiera existir e influenciar a tanta gente con éxito, en él debemos mirar a manera de metáfora la voz profunda del nazismo alemán: aquella voz perturbada que haciendo una interpretación demasiado abierta de Nietzsche, evocaba la transmutación de todos los valores y la victoria del hombre nuevo. Su primera víctima es un hombre de la confianza de la familia, sin otro nombre que aquel que se ha ganado con su trabajo en la empresa. El abuelo es asesinado esa misma noche. El asesino, ese hombre de confianza que ve en el homicidio la oportunidad para hacerse de lo que cree que se ha ganado.

Muerto el patriarca se desata aún más cruentamente la lucha en la familia. De un lado, uno de los hijos, quien pertenece a la SA. Del otro, la nuera que ha quedado viuda del hijo predilecto del abuelo ahora muerto, pero que se mantiene en la contienda al ser madre del heredero de la mayor parte de las acciones de la empresa. Ninguna filiación es suficientemente importante. Incluso los valores entre madre e hijo se vienen abajo en el marco de los nuevos antivalores del nazismo. No es fácil interpretar, sin embargo, lo que significa la comisión del incesto. No es fácil interpretar tampoco, lo que significa, por ejemplo, la homosexualidad en el marco de todo el filme.

Pareciera que todo ello es retrato de la corrupción de los valores y la apropiación y el hurto de los lugares generada por el propio nazismo: si nada pertenece sino a quien pueda apropiárselo, luego entonces tampoco la genealogía queda a salvo: la madre puede ser ahora la propia mujer. Los lugares se derrumban.

La película no deja de recordar en muchas de sus escenas, a esa gran obra de otro gran cineasta italiano: con su Roma Ciudad Abierta, Roberto Rossellini también retrató la corrupción de los valores en la policía nazi de la ocupación en Italia. Visconti parece partir del universo planteado por aquél para ir mucho más allá, al diseccionar las motivaciones individuales que dieron apuntalamiento y fortaleza a un régimen enfermo. Pero si Rossellini hacía su retrato en dos dimensiones, una sana y otra corrupta, en la obra de Visconti la esperanza muere demasiado pronto, en los campos de concentración y en las cárceles en las que se ha encerrado a los disidentes.

Vale la pena subrayar la recreación hecha de la "noche de los cuchillos largos": Hitler planea deshacerse de las SA (brazo armado que lo ha ayudado a llegar al poder). La ocasión llega en la fiesta anual de las SA en Baviera, orgía de sexo homosexual, canciones nazis y cerveza. Al alba llegan los fieles SS, cumpliendo órdenes directas de Hitler, y liquidan a los SA en sus habitaciones (30 de junio de 1934).

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