jueves, 6 de septiembre de 2007

Tiempo de Volver

Si yo fuera beso, me gustaría ser ese beso.

Se trata de una estupenda película, a la que podría calificarse como "intuicional". Es una de aquellas obras que te hacen sentir algo que quizá no esté suficientemente formulado ni pueda estarlo todavía con palabras. Películas como esa me vienen a la mente dos: ¿Quieres ser John Malcovich?, y Corre Lola Corre.

Spike Jonze dirigió la primera de ellas, obteniendo una reflexión logradísima sobre la identidad individual, la cual se pone siempre en juego en todas nuestras relaciones, amor incluida: ¿Quiénes somos? ¿Quiénes queremos ser? ¿A quién queremos parecernos y a quiénes querríamos controlar/lograr que se nos parezcan?

La reflexión sobre estos asuntos la logra Jonze, a mi parecer, gracias al suspenso que a fuerza de ser constante, despierta emociones que de otro modo no experimentaríamos. Son sentimientos acerca de la identidad y su precariedad siempre latente, bordeando la inexistencia; y nos percatamos de ellos debido a la combinación de suspenso-ansiedad y al necesario humor. Sin este ingrediente último, no creo que pudiéramos mantener la ansiedad, y sin ella no nos percataríamos de aquellos otros sentimientos. (la manera en que podemos darnos cuenta de estas emociones non gratas es que al tiempo de experimentar angustia, experimentemos también humor. Algo similar pensaba Nietzsche sobre la tragedia griega*).

Se trata de una película fuerte que produce intuiciones sobre la manera en que en lo cotidiano nos encargamos de imponer nuestra identidad y perpetuarla... "salvándonos" de la muerte. Quieres ser John Malcovich es todo, menos una película de amor. Es una película existencial.

Pero la película de la cual quiero hablarles es efectivamente una película de amor (si bien de amor existencial). El actor y director a un tiempo es Zach Braff. No estaba yo enterado de la existencia de este joven genio sino hasta que comprobé que tiene 30 años y que él dirigió ésta película estupenda en la que logra generar una reflexión sobre lo doloroso de la vida, sobre la muerte siempre presente en el horizonte y las identidades en juego (como lo hace Jonze) al tiempo que te muestra un horizonte de esperanza en nuestra particular y personal exploración del abismo..., de la vida. Es por ello que, aunque el humor es más parecido al de Jonze, el mensaje se acerca más al de Tom Tykwer y al de su Lola: ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Si muero me olvidarás?, preguntas que contesta a través de las acciones llenas de fé de sus personajes.

El beso del que les hablo es un beso de fé ante la exploración del abismo. Un beso salvador, y compañero de viaje.

La Película se llama Garden State (Tiempo de volver).

*En la época de Nietzsche los estudiosos se preguntaban las razones por las que sólo entre los griegos existió la Tragedia -entendida como una institución de concursos y representaciones en las que participaron Esquilo, Sófocles y Eurípides, entre otros. Nietzsche respondió que la tragedia existió como mecanismo para que los griegos pudieran afrontar la única verdad cierta entre los hombres: la muerte. Enfrentar la tragedia hizo que los griegos avanzaran hacia un conocimiento muy profundo de la existencia humana. Pero para los ciudadanos de la polis ateniense, aguantar una representación trágica sólo les era posible gracias a que los coristas cantaban y divertían al expectador al tiempo que atenuaban el sentimiento trágico que les producía la obra. Cuando Eurípides innovó la técnica representativa eliminando el Coro y desarrollando algo más parecido al teatro, condenó a la Tragedia a la extinción. Sin Coro no hay ciudadano humano que aguante la Tragedia (tampoco, en consecuencia, nadie que aprenda lo que la Tragedia enseñaba...).

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